De momento no me ha dado por aprender japonés, ni siquiera chino, pero sin necesidad del idioma podemos ver cómo algunos orientales nos explican cómo son capaces de hacer música con puerros, nabos, zanahorias o patatas.
Nada de sintetizadores, ordenadores, complejos materiales eléctricos ni maderas nobles. Imaginación y creatividad que pueden servir para pasar un buen rato con nuestros alumnos mientras aprenden música y biología.
Además, después del concierto siempre podremos hacer una buena ensalada biológica o un puchero.